Combi™ a San Miguel Jiguí (El Botho)
1. Marco conceptual
a) Sobre las Combis™
De inicio hay que decir que México País cuenta con variedad más o menos amplia de transportes terrestres. Van así: Camiones™ (los que pueden llevar más de 70 personas en la ciudad, o los que van a otras ciudades o poblados, los cuales, por otra parte, abarcan una subespecie llamada Polleros™, que no son otra cosa más que camiones carentes de una u otra insipiente comodidad, como asientos), Peseras™ (de capacidad mediana, con un requerimiento base: que los chóferes manejen como su puta madre, como si llevaran vacas), Troles™ (los que se mueven con energía eléctrica, generalmente en contrasentido de grandes avenidas), y, además de taxis, bicitaxis, calandrias y demás transportes más bien aburridos por evitarnos el bis a bis con la de enfrente, sólo quedaría hablar de las Combis™: se trata de colectivos más bien pequeños que pueden soportar hasta unas 10 personas incómodamente apachurradas. El nombre, sí, se debe a que todas las combis de este país fueron, en algún momento del Milagro Mexicano®, VW Combi del año 78’.
La cosa, ya lo supondrán, es que las Combis™ eran bien chidas en 1980, pero hoy la mayoría ya está para pasarle un abrelatas. En buena parte del país, el uso de combis como las de antes se ha hecho de lado por el uso de nuevas van y mini vans, que, si bien no corresponden con el estereotipo ochentero que tenemos quienes nacimos antes del error de diciembre, conservan el denominativo, y ciertas características de las Combis™ de antaño, a saber:
- Sufren modificaciones estructurales: los asientos, dispuestos como dios manda, son sustituidos por una suerte de barras laterales que soportan mayor cantidad de pasajeros.
- La puerta corrediza, que permite la entrada y la salida de los pasajeros, es adicionada con un sofisticado implemento: un cable que va de la manija interior de la puerta corrediza a la palanca de velocidades, de tal suerte que el conductor puede abrirla sin demora, a la orden del cliente.
- Generalmente son aderezadas con gadgets, que van desde luces neón fuera del vehículo (iluminando el piso que sirve de pista al bólido), dentro del vehículo (que brindan atmósferas dignas de Kubrik en sus mejores), hasta pequeños asientos o bancos para los pasajeros de más.
b) Sobre la convivencia dentro del transporte público en México
Lo cierto es que en México tenemos afición por las turbas. Sea en el DF, con sus 23 millones, sea el pueblo más pequeño, nos gusta estar apechugados. De tal suerte que no atribuya el visitante la turba de Balderas a su posición territorial: atribúyala a la manía que los de acá tenemos por estar pegaditos.
Ahora: no es lo mismo viajar pechito-con-pechito en metro a las tres de la tarde, oliendo el sobaco ajeno mientras se cuida con desconfianza la cartera, que hacerlo en un pollero lleno de rancheros, pollos y música norteña. Lo único que debe quedar claro es que en México es inevitable hacer del transporte un centro de auténtica convivencia. Es como la comida: todo en torno al pasaje (que le llaman a los usuarios). Tal convivencia ha generado toda una jerarquía del transporte. De tal suerte que el que regentea la base de Peseras™ o de Combis™ es quien tiene más poder. Tiene allegados, chóferes, y lava coches, con distinto peso en la pirámide transportista-social. Pero en México hay, además, un personaje curioso: el Cacharpo™. Ése es el que grita a dónde va la Pesera™ en la ciudad de México, pero también el que cobra el pasaje (que le llaman al dinero que se cobra por el viaje), sea en el DF, en Chiapas, Mérida, Monterrey, o San Juan de las Manzanas (que existe).
En esta jerarquía, por cierto, el pasajero es el más bajo peldaño, casi en todos lados.
2. Estudio de caso: El Botho
Sencillo: para llegar a El Botho hay que hacerlo en Combi™. El camino va desde Ixmiquilpan, y es en buena parte de terracería. Un auto no aguanta, y un Camión™ o Pesera™ casi de seguro se desplomaría en las múltiples curvas en alta montaña que hay de rumbo.
Tampoco es para espantarse: por alguna razón que desconozco, para los ñha-ñhus que viven cerca del Valle del Mezquital (como es el caso de la gente de El Botho), el lugar favorito para socializar es el interior de la Combi™. De Ixmiquilpan (la cabecera municipal) salen Combis™ a todos los pueblos grandes de los alrededores. Los hay de “Ruta Café®” (van a Cerritos), de “Ruta Rosa®” (van a Texcadhó), y de “Ruta Amarilla®”, que van a San Miguel Jiguí, pasando de camino por El Botho. Todos, de manera inexplicable, conocen de memoria todas las rutas y pueden recitarlas de memoria y ayudar al viajero.
Dentro de la Combi™ de la Ruta Amarilla®, luego de haber pasado el Nequetejé, el ambiente es más de mercado que de transporte. El Cacharpo™ anima al pasaje (dinero y pasajeros) con bailes duranguenses en el radio. El chofer recoge a quienes van caminando monte arriba y les “da aventón” a sus pueblos, si quedan de paso. La gente se pone al día sobre hijos, casa, trabajo, celebraciones religiosas y telenovelas, si el rebote constante de 20 almas enlatadas en una van sobre la terracería así lo permite.
Llegando a El Botho no hay más Combis™, porque sólo son 13 casas y todo puede hacerse a pie. Igual, hay letreros de tránsito, sentido de la circulación, límites de velocidad, y una parada que dice “Combi Ixmiquilpan-San Miguel Jiguí”.
a) Sobre las Combis™
De inicio hay que decir que México País cuenta con variedad más o menos amplia de transportes terrestres. Van así: Camiones™ (los que pueden llevar más de 70 personas en la ciudad, o los que van a otras ciudades o poblados, los cuales, por otra parte, abarcan una subespecie llamada Polleros™, que no son otra cosa más que camiones carentes de una u otra insipiente comodidad, como asientos), Peseras™ (de capacidad mediana, con un requerimiento base: que los chóferes manejen como su puta madre, como si llevaran vacas), Troles™ (los que se mueven con energía eléctrica, generalmente en contrasentido de grandes avenidas), y, además de taxis, bicitaxis, calandrias y demás transportes más bien aburridos por evitarnos el bis a bis con la de enfrente, sólo quedaría hablar de las Combis™: se trata de colectivos más bien pequeños que pueden soportar hasta unas 10 personas incómodamente apachurradas. El nombre, sí, se debe a que todas las combis de este país fueron, en algún momento del Milagro Mexicano®, VW Combi del año 78’.
La cosa, ya lo supondrán, es que las Combis™ eran bien chidas en 1980, pero hoy la mayoría ya está para pasarle un abrelatas. En buena parte del país, el uso de combis como las de antes se ha hecho de lado por el uso de nuevas van y mini vans, que, si bien no corresponden con el estereotipo ochentero que tenemos quienes nacimos antes del error de diciembre, conservan el denominativo, y ciertas características de las Combis™ de antaño, a saber:
- Sufren modificaciones estructurales: los asientos, dispuestos como dios manda, son sustituidos por una suerte de barras laterales que soportan mayor cantidad de pasajeros.
- La puerta corrediza, que permite la entrada y la salida de los pasajeros, es adicionada con un sofisticado implemento: un cable que va de la manija interior de la puerta corrediza a la palanca de velocidades, de tal suerte que el conductor puede abrirla sin demora, a la orden del cliente.
- Generalmente son aderezadas con gadgets, que van desde luces neón fuera del vehículo (iluminando el piso que sirve de pista al bólido), dentro del vehículo (que brindan atmósferas dignas de Kubrik en sus mejores), hasta pequeños asientos o bancos para los pasajeros de más.
b) Sobre la convivencia dentro del transporte público en México
Lo cierto es que en México tenemos afición por las turbas. Sea en el DF, con sus 23 millones, sea el pueblo más pequeño, nos gusta estar apechugados. De tal suerte que no atribuya el visitante la turba de Balderas a su posición territorial: atribúyala a la manía que los de acá tenemos por estar pegaditos.
Ahora: no es lo mismo viajar pechito-con-pechito en metro a las tres de la tarde, oliendo el sobaco ajeno mientras se cuida con desconfianza la cartera, que hacerlo en un pollero lleno de rancheros, pollos y música norteña. Lo único que debe quedar claro es que en México es inevitable hacer del transporte un centro de auténtica convivencia. Es como la comida: todo en torno al pasaje (que le llaman a los usuarios). Tal convivencia ha generado toda una jerarquía del transporte. De tal suerte que el que regentea la base de Peseras™ o de Combis™ es quien tiene más poder. Tiene allegados, chóferes, y lava coches, con distinto peso en la pirámide transportista-social. Pero en México hay, además, un personaje curioso: el Cacharpo™. Ése es el que grita a dónde va la Pesera™ en la ciudad de México, pero también el que cobra el pasaje (que le llaman al dinero que se cobra por el viaje), sea en el DF, en Chiapas, Mérida, Monterrey, o San Juan de las Manzanas (que existe).
En esta jerarquía, por cierto, el pasajero es el más bajo peldaño, casi en todos lados.
2. Estudio de caso: El Botho
Sencillo: para llegar a El Botho hay que hacerlo en Combi™. El camino va desde Ixmiquilpan, y es en buena parte de terracería. Un auto no aguanta, y un Camión™ o Pesera™ casi de seguro se desplomaría en las múltiples curvas en alta montaña que hay de rumbo.
Tampoco es para espantarse: por alguna razón que desconozco, para los ñha-ñhus que viven cerca del Valle del Mezquital (como es el caso de la gente de El Botho), el lugar favorito para socializar es el interior de la Combi™. De Ixmiquilpan (la cabecera municipal) salen Combis™ a todos los pueblos grandes de los alrededores. Los hay de “Ruta Café®” (van a Cerritos), de “Ruta Rosa®” (van a Texcadhó), y de “Ruta Amarilla®”, que van a San Miguel Jiguí, pasando de camino por El Botho. Todos, de manera inexplicable, conocen de memoria todas las rutas y pueden recitarlas de memoria y ayudar al viajero.
Dentro de la Combi™ de la Ruta Amarilla®, luego de haber pasado el Nequetejé, el ambiente es más de mercado que de transporte. El Cacharpo™ anima al pasaje (dinero y pasajeros) con bailes duranguenses en el radio. El chofer recoge a quienes van caminando monte arriba y les “da aventón” a sus pueblos, si quedan de paso. La gente se pone al día sobre hijos, casa, trabajo, celebraciones religiosas y telenovelas, si el rebote constante de 20 almas enlatadas en una van sobre la terracería así lo permite.
Llegando a El Botho no hay más Combis™, porque sólo son 13 casas y todo puede hacerse a pie. Igual, hay letreros de tránsito, sentido de la circulación, límites de velocidad, y una parada que dice “Combi Ixmiquilpan-San Miguel Jiguí”.
juaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. no hay NADA como la mania de estar "pegaditos" en mexico....
Posted by MaJaDeRiA | 7:12 p. m.
Excelente prosa compañero... Ni siquiera yo conocía tanto detalle del transporte de mi queridísima ciudá!
besos, e.
Posted by e. | 11:19 a. m.
que buen publicacion vaya que el Botho ixmiquilpan esta bonito ya eh tenido la oprtunidad de conocerlo sobre todo por las familias perez Botho,son muy rico en valores. y les mando muchos saludos MC.
Posted by Anónimo | 4:31 p. m.
yo soy del Botho pero CArdonal hidalgo mi msn es terrestreacuifero@hotmail.com
Posted by Anónimo | 9:43 p. m.
YO BIVO EN EL BOTHO CARDONAL EN LA COLONA EL BAXCAJAY QUIERO SABER MAS DE MI PUEBLO QUERIDO SI AY MAS PERSONAS QUE CONOSCAN ESTE LUGAR YO SOY VICTOR BAXCAJAY SALUDOS A TODOS
Posted by Anónimo | 9:20 a. m.
YO SOY DE ESTADO DE MEXICO Y ACTUALMENTE LAS COSAS HAN CAMBIADO MUCHO GRACIAS A LAS FAMILIAS DEL BOTHO SE ABREN MUCHAS OPORTUNIDADES DE EMPLEO GRACIAS A LAS PEQUEÑAS EMPRESAS QUE EXISTEN APOYA CONSUMIENDO PRODUCTOS NATURALES SHAMPOO GHEIB ES UNO DE ELLOS APOLLALOS CONSUMIENDOLOS SE LOS RECOMIENDO GRACIASSSSSSSSSSS
Posted by Anónimo | 6:27 p. m.
YO SOY DE ESTADO DE MEXICO Y ACTUALMENTE LAS COSAS HAN CAMBIADO MUCHO GRACIAS A LAS FAMILIAS DEL BOTHO SE ABREN MUCHAS OPORTUNIDADES DE EMPLEO GRACIAS A LAS PEQUEÑAS EMPRESAS QUE EXISTEN APOYA CONSUMIENDO PRODUCTOS NATURALES SHAMPOO GHEIB ES UNO DE ELLOS APOLLALOS CONSUMIENDOLOS SE LOS RECOMIENDO GRACIASSSSSSSSSSS
Posted by Anónimo | 6:28 p. m.
Gracias por los saludos . Y gracias por dar ese reconocimiento a mi familia perez botho.
Posted by Anónimo | 7:11 a. m.